Código QR: El sucesor del código de barras tras 50 años en el comercio minorista
El código de barras celebró su 50 aniversario el 3 de abril. Hoy, un nuevo estándar, el código QR, pone en jaque su liderazgo. Según datos de GS1, los códigos de barras se escanean 10 mil millones de veces al día a nivel mundial, más que las búsquedas en Google. Son utilizados en sectores como el comercio minorista, la salud y la construcción. Esta invención revolucionó el comercio global, aunque sus creadores solo recibieron 15.000 dólares por la venta de su patente.
Un origen inesperado en una playa de Miami
Aunque pocos lo saben, es cierto. En 1949, el inventor Norman Joseph Woodland, quien trabajaba en el proyecto desde 1948 junto a su colega Bernard Silver, tuvo una idea brillante. El objetivo era diseñar un sistema que mejorara la eficiencia de los supermercados al capturar automáticamente la información de ventas en las cajas. Esta necesidad fue expresada a la universidad por un ejecutivo del sector.
Tras varios intentos, la inspiración llegó a Woodland en 1949, mientras estaba en una playa de Miami. Ese día, al dibujar líneas en la arena, se dio cuenta de que, al igual que el código Morse permitía transmitir información con sonidos, representar visualmente puntos y rayas podía ser la clave para resolver el problema de la gestión de paiements en los supermercados. Así nació el código de barras, patentado en 1952.
No obstante, la tecnología para implementarlo aún no estaba disponible. Por ello, terminaron vendiendo la patente a la Philadelphia Battery Company (Philco) por solo 15.000 dólares. Más tarde, Philco la revendió a la Radio Corporation of America (RCA) en 1952, que trató de desarrollar aplicaciones comerciales durante los años 60, aunque la patente expiró en 1969.
Haciendo realidad la idea
RCA despertó el interés de la Asociación Nacional de Cadenas de Alimentos, que más adelante creó el Comité Ad Hoc para Supermercados en Estados Unidos con el objetivo de desarrollar un “Código de Producto Alimentario Uniforme”. Esto dio lugar al Código Universal de Producto (UPC), liderado por IBM, donde Woodland desempeñó un papel clave.
El avance de la tecnología de escaneo láser y la llegada del primer microprocesador comercial de Intel en 1971 hicieron viable el escaneo de códigos de barras en tiendas. Solo quedaba elegir un símbolo común. Esto se resolvió el 3 de abril de 1973, con el diseño rectangular que se mantiene hasta hoy. Poco después, se fundó la entidad que hoy conocemos como GS1, responsable de desarrollar todos los estándares de códigos de barras.
El 26 de junio de 1974, un paquete de chicles Wrigley’s en un supermercado Marsh de Troy, Ohio, se convirtió en el primer producto escaneado en caja.
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¿Y qué pasa con el RFID?
La etiqueta RFID (identificación por radiofrecuencia) es otra alternativa para el etiquetado de productos, con estándares también desarrollados por GS1. Según las necesidades, se pueden encontrar en el mercado diferentes tipos de etiquetas RFID: pasivas, activas o semipasivas, que operan a distintas frecuencias.
La disminución de los costos de fabricación y el tamaño de las etiquetas RFID ha impulsado su adopción. Sin embargo, su aplicación sigue siendo limitada en algunos sectores y escenarios debido a restricciones técnicas propias de la tecnología. Además, su uso plantea riesgos relacionados con la privacidad de los compradores si no se desactivan correctamente.
Aun así, su implementación aporta beneficios significativos para el comercio minorista. Por ejemplo, facilitan la lectura masiva de productos en actividades como la gestión de almacenes y de inventarios. Los lectores RFID actuales son capaces de procesar más de 1.000 lecturas por segundo. En estos entornos, las etiquetas RFID también pueden vincularse a elementos físicos como palés y contenedores.
Dos sectores que han experimentado un crecimiento notable en el uso de RFID en el comercio minorista en los últimos años son la moda y los deportes. Un ejemplo es Decathlon, que, gracias a las etiquetas RFID y los terminales de autoservicio, ofrece a sus clientes una experiencia de pago ágil y cómoda. Además, fuera de sus tiendas, el RFID permite a Decathlon tener un mejor control y visibilidad integral de toda su cadena de suministro.
Gracias, código de barras; bienvenido, código QR
Tras 50 años desde su introducción, el código de barras sigue siendo esencial en numerosas industrias. Sin duda, es una de las innovaciones que más ha transformado el comercio minorista a lo largo de su historia. Sin embargo, las nuevas necesidades como el comercio unificado y el creciente flujo de información hacen del código QR el candidato ideal para sucederlo.
La historia del código de barras es también un gran ejemplo de innovación. Puede surgir en cualquier momento y lugar para cambiar el mundo, incluso desde la arena de una playa de Miami.